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viernes, 13 de noviembre de 2015

De visita a...LUIS BALIÑO

Tengo la inmensa fortuna de vivir relativamente cerca a una de las mejores colecciones de bonsái de Europa.
Me refiero a la colección de Luis Baliño (tan solo veintiseis kilómetros nos separan) y, sin embargo y a pesar de su recibimiento siempre cordial y agradable son únicamente dos las ocasiones que lo he visitado.
He pensado mucho sobre ello, del por qué de este escaso número de visitas a pesar de tenerlo tan cerca y he llegado a una conclusión: disfruto mucho no, muchísimo, con la contemplación de semejante colección de tan alto nivel pero es que el problema viene luego al llegar a casa y al contemplar mi propia colección (con esto creo que ya lo he dicho todo).

No obstante, cada cierto tiempo siento la "llamada" de lo bueno, del bonsái de alto nivel. Y es por esto mismo que hace poco más de un mes se me presentó de nuevo la oportunidad de poder volver a visitarlo.

Ocasión que, por supuesto, no era cuestión de desaprovecharla.

Así que allá me voy, cámara en mano, y por lo pronto me sorprende ya el hecho de que a pesar de encontrarse ocupado trabajando un par de árboles junto con Marco Invernizzi deje de lado lo que está haciendo y me dedique buena parte de su tiempo cuando es que ya casi ni se acordaba de mi de la anterior visita.

Le siguen conversaciones de lo más amenas durante las cuales también y además aprendo mucho. Conversaciones del tipo de por qué esto así o porque que aquello no, que no hay que hacerlo y a todo esto que pienso...la conversación con Baliño son lecciones impagables.

Pero es que luego llega la pirula de Marco. A lo lejos, (tampoco es que lo oyera muy bien), creí entenderle algo así como que "¡o se está o no se está!.

Dicho esto, tengo que confesar que la admiración que le profeso al artista italiano no ha menguado lo más mínimo por este hecho sino más bien y es cosa curiosa, ha aumentado, pues pienso que para moverse en el nivel de excelencia en el que se desenvuelven estos dos monstruos del bonsái, las cosas, necesitan de una dedicación total y absoluta cuando se está a ello.

Bueno, que saco unas pocas fotos a todo correr y tras una cordial y breve despedida (no vaya a ser que a Marco se le de por darme en todo lo alto de la cabeza con una ristra de espaguetis de los sin cocer, jejeje), me marcho.


















Luego...ya delante de mi colección...¡Ay!.










Saludos,



                     PAZ